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Keila de Moreno

Colón ¿Deterioro accidental o racismo estructural?



Las ciudades, como las personas, suelen conocerse por sus logros. Una de las grandes paradojas de nuestro país es que, mientras la ciudad de Panamá vive en la modernidad, en algunas regiones el olvido domina la vida, una de las caras emblemáticas de esta contradicción es la ciudad de Colón.

La ciudad de Colón, en Panamá, está situada frente al mar Caribe. Por su historia y localización estratégica, esta ciudad debería ser una de las más importantes de toda América. Su población está compuesta en su mayoría, por afrodescendientes que fueron llevados allí para trabajar en la construcción de la vía interoceánica. También se sumaron a esta población, trabajadores antillanos que emigraron en busca de trabajo en el Canal. Colón es una de las ciudades terminales del Canal de Panamá. Se fundó en 1850 para servir de terminal al primer ferrocarril interoceánico en Panamá. Sus fundadores fueron los oficiales de la compañía Pacific Mail. La ruta era la más corta hacia California, para los habitantes de Estados Unidos procedentes de la costa este, que pasaban a la costa oeste, cruzando el istmo de Panamá. Luego embarcaban en el océano Pacífico hacia su destino final, California. Muchos viajeros eran de otros países que emigraban con la esperanza de encontrar oro. La función primordial de la ciudad de Colón era la de facilitar el tráfico de pasajeros, el correo y el comercio. La ciudad de Colón sufre un marcado índice de pobreza. El desempleo es altísimo así como el empleo informal. Estas condiciones limitan su desarrollo social y económico. Comparada con la ciudad capital, Colón exhibe un deterioro social y económico. Es una muestra más de la enorme e injusta desigualdad socio-económica que existe en Panamá. Su gente sufre de escasez de agua potable, de viviendas, de pestes y de la existencia de aguas negras vertidas a las calles. Colón es una sociedad a la reconquista de la salud que ha perdido. Por ahora, la modernidad de esta ciudad ha quedado atrás. Agoniza en un campo de batalla dividido en pandillas que sabían con claridad lo que debían destruir; pero sin tener la menor idea de lo que debían construir.

Se exigieron cambios que no se hicieron durante muchos años; faltó liderazgo político a nivel nacional. Vivimos nuestros cuentos casi en solitario; ahora tenemos que salvar una ciudad postrada, con una economía arrasada, sin producción ni ahorros.

El Estado dejó esta ciudad excluida de todas las corrientes de transformación del mundo moderno, vedándole sus beneficios, pero no sus problemas; condenada a recluirse en sí misma, anclada en un isla de pobreza, nada le llegó, salvo lo que fue por caridad.

No hubo lugar para proyectos, los pocos y grandes que tuvimos nos los destruyeron. Tampoco embajadores que se destacaron para echar a rodar las cosas, porque el afán de la gente estaba concentrada en sobrevivir, no en vivir. Todo está deteriorado por el tiempo y la ausencia de inversiones.

El derrumbe de Colón es notorio, una ciudad caribeña, donde sus habitantes viven sin trabajo, donde reina un caos, el hartazgo de la gente, el olvido y el rechazo. Impresionante la creciente pobreza que existe en las calles; después de haber sido una ciudad espléndida, muy bien trazada; y por el laberinto sin salida a que parece condenada.

Es difícil imaginar, entre tanta ruina, que la ciudad esté ‘condenada al éxito’. Pero quizás esta profunda y dolorosa catarsis permita crear una nueva comunidad que rechace los demagogos, a los funcionarios rapaces e inútiles que abundaron estos últimos años y que dejaron a la muchedumbre en la pobreza y el abandono.

La maldición burocrática del centralismo, nos ha mantenido asfixiados y maniatados. El abandono gradual de la ciudad, la diáspora hacia la capital, enfrentó a este pueblo a sus más crueles momentos, a sus desafíos más extraños.

La arquitectura de Colón refleja varias etapas. Durante la fundación de la ciudad prevaleció la arquitectura francesa, tanto en edificios de uso comercial, como en residencias privadas. El centro histórico de Colón posee una arquitectura diversa que no tiene parangón en el Caribe. Están presentes algunos edificios de arquitectura francesa, neocoloniales, neogóticos, americanos y otros. La renovación de los grandes caserones que amenazan desplomarse y la falta de una vivienda digna donde se pueda residir son máximas necesidades por corregir. Hay una grave falta de servicios de salud y educativos. Como se ha demostrado por científicos, los niños que provienen de una situación de pobreza obtienen bajos resultados en su aprovechamiento académico. Esto es una realidad en Colón. En esta ciudad la pobreza tiene rostro de mujer, siendo estas las más afectadas por la misma. Además de la pobreza y el ocio, existe en esta ciudad un grave problema de inseguridad. Son notables y crecientes las pandillas juveniles que cometen diferentes delitos. En no muy pocos casos, la policía de Colón utiliza la fuerza bruta para reprimir a sus habitantes.

El racismo es una forma discriminatoria de pensar y actuar. El que lo practica cree que es superior a otros por su color de piel y su herencia física. El mismo está muy generalizado en Panamá. Como los habitantes de Colón son en su mayoría, de descendencia africana y de afrodescendientes antillanos, estos son víctimas de racismo.

Colón cobró importancia durante la época de la fiebre de oro en California. En su devenir histórico ha sufrido numerosos cambios en su desarrollo. Por ser una ciudad portuaria recibe influencias de numerosos países del mundo. Es un imperativo social y gubernamental, el que Colón sea conservada y re-modelada mediante su reconstrucción social, económica y ambiental. Su hermosa arquitectura debe ser restaurada y conservada.

Debe terminarse el aislamiento social y económico del enclave comercial, ZLC. Este emporio comercial debe contribuir más al desarrollo económico de esta región. Por los beneficios económicos obtenidos por los comerciantes de la ZLC, estos deberían contribuir económicamente a la ciudad de Colón. Deben crearse más empleos para sus habitantes, así como mejorar su infraestructura. Hace falta una verdadera restauración. Recientemente se eligió un programa de inversión pública, para salvar la ciudad maltratada, que traerá crecimiento y progreso, la construcción de 5000 viviendas, con una inversión multimillonaria, denominado PLAN DE RENOVACIÓN URBANA DE LA CIUDAD DE COLÓN, un intento para despegar la ciudad de su larguísimo marasmo, mitigar la pobreza y revertir el índice de desocupación.

Todos los colonenses tenemos un deseo fervoroso de que a Colón le vaya bien. Colón lleva años hundiéndose en un pozo sin respiración y durante todos estos años pocas son las promesas que se han cumplido; la desocupación crece, la ciudad está huérfana de proyectos, la deuda está devorando todo asomo de crecimiento y la evidente y caudalosa miseria, lastima los sentimientos más sordos. Con este decreto de renovación de la ciudad, surge una esperanza sobre cómo sacar a Colón del atasco y ofrecer un porvenir digno a sus habitantes.


Colón ha sufrido el olvido como ninguna otra región del país. Los barrios se deprimieron y se empezó a vivir de la delincuencia. A Colón se trasladó la mezcla explosiva de desempleo, drogas y bandas criminales que se disputan o comparten el control de territorio aterrorizando mediante las más degradadas prácticas de violencia.

Para reconstruir la ciudad, gran parte de la responsabilidad le corresponde al Estado. Pero también implica que otros sectores se comprometan a brindar recursos económicos, sociales, culturales para reconstruir la confianza y el tejido social hoy descompuesto.


Los colonenses, debemos solidarizarnos y hacer causa común con este esfuerzo gubernamental, el primero de muchos más que deben multiplicarse y que saque a esta ciudad de esta triste realidad, en que se encuentra sumida hace más de cuatro décadas.

Hay que revertir el proceso de deterioro urbano, buscarle el brillo urbanístico y arquitectónico que tuvo décadas atrás. Un centro histórico recuperado y que brille como en sus mejoras épocas. Ojalá nos toque ver una ciudad iluminada por sus buenas noticias, tranquila, incluyente y segura. Una ciudad ordenada y pujante. Que los motores del progreso se multipliquen para todos y se resuelvan los índices de desigualdad.

Esto es lo que se llamas o podemos preguntarnos si es deterioro accidental o racismo estructural de nuestra querida y amada ciudad de Colón.

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