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Contenido facilitado por: Cecilia Moreno Rojas
Socióloga
Coordinadora Nacional
de la Red de Mujeres Afrodescendientes de Panamá
En el marco de una fecha tan importante como es la celebración del Día Internacional de las mujeres afrodescendientes de América Latina y el Caribe, establecida en el Primer Encuentro de Mujeres Negras, realizado en 1992 en la República Dominicana, hace exactamente 25 años por el movimiento de mujeres negras de América Latina y el Caribe, me parece importante hacer algunas reflexiones sobre la situación que actualmente se vive.
En primer lugar reconocemos el gran desafío que tenemos por delante, para alcanzar la igualdad de oportunidades en la sociedad. Las mujeres negras o afrodescendientes debemos enfrentar barreras ideológicas que están arraigadas fuertemente a la cultura dominante. Nos referimos, específicamente a las barreras estructurales que reproducen la pobreza, la marginalidad y la exclusión social; incluso la auto-negación del racismo en la sociedad y subordinación tradicional propia de la esclavitud y el patriarcado.
La discriminación en las mujeres afrodescendientes adquiere una dimensión particular. Adquiere distintas modalidades y repercusiones; dada su condición de género, etnia y raza. Existen ciertas circunstancias que a simple vista nos impide detectar la discriminación racial en la vida pública y privada. (Por ejemplo, la escogencia de personal en determinadas empresas que rechazan a mujeres negras o pobres, la violencia sexual cometida contra las mujeres por su condición racial o étnica, los abusos policiales y detención injustificada por estigmatización o perfilamiento racial; la esterilización involuntaria; el abuso de trabajadoras en el sector informal o de empleadas domésticas).
La discriminación racial muchas veces tiene consecuencias que afectan principalmente o únicamente a las mujeres negras, como embarazos resultantes de violaciones motivadas por prejuicios raciales. Además, las mujeres negras pueden verse afectadas por malos tratos o la falta de servicios de salud de buena calidad; el acceso discriminatorio a la justicia o por la ausencia de mecanismos de denuncia o la falta de leyes que tipifiquen el delito de discriminación racial en el empleo o en la educación.
Las mujeres afrodescendientes, también son vulnerables a la violencia y al machismo. A menudo, son víctimas de discriminación, por prejuicios de género en el ordenamiento jurídico o en la vida privada.
1. El desarrollo de un nuevo liderazgo como mujeres afrodescendientes.
Las mujeres afrodescendientes tenemos que prepararnos para enfrentar la discriminación racial en todas sus formas. Necesitamos ganar el espacio que históricamente se nos ha negado en la sociedad. Para ello es importante el auto-reconocimiento de nuestra identidad como afrodescendientes, y empoderarnos para asumir un liderazgo comprometido y solidario con toda la comunidad afro descendiente organizada.
2. Debemos ser capaces de enfrentar las barreras de la exclusión y la discriminación de clase, género y raza.
Hoy día la globalización mundial, las nuevas tendencias económicas, la modernización, las comunicaciones y las nuevas tecnologías que avanzan con rapidez, nos exigen, más que nunca, que desarrollemos una actitud más emprendedora, optimista y positiva ante los desafíos. Esta nueva realidad nos exige que seamos pro-activas y que tengamos ideas creativas, que fortalezcan nuestras capacidades en el ejercicio del poder, en la política, en la actividad empresarial y en la organización socio-cultural de nuestros pueblos.
En el plano económico hace falta que las mujeres afrodescendientes aprendamos a reconocer las reglas del mercado, y que nos atrevamos más a incursionar en el desarrollo de empresas que generen ingreso y contribuyan a mejorar la calidad de vida de nuestras familias.
3. Desenmascarar Constantemente el Racismo y la Discriminación Racial en todas sus formas.
Hay que reconocer que el racismo, aún está vigente, Que aún existe una fuerte resistencia y un temor generalizado de aceptar abiertamente que discriminación racial sigue permeando la estructura social y nuestro sistema de valores. Hasta cierto punto, nos hemos acostumbrado a escuchar y ver con naturalidad las expresiones y estereotipos cargados de sexismo y racismo y las prácticas que discriminan a nuestras mujeres.
Las mujeres afrodescendientes debemos estar consciente y convencidas de que la exclusión y la discriminación por raza, género, clase social, ideas, o por cualquier otra condición, es una violación a los derechos humanos. Que las falta de atención a las necesidades básicas de las comunidades afro descendientes, es una violación de los derechos económicos, sociales y culturales de nuestros pueblos.
Muchas veces miramos la pobreza como un asunto de mala suerte y de falta de voluntad. Pero la mala suerte no existe y la voluntad muchas veces está condicionada. Lo que sí existe es la mala distribución de la riqueza y un sistema de valores que sigue oprimiendo y discriminando a nuestros pueblos. Realmente se trata de un hecho histórico y sistemático de discriminación y exclusión racial, que tiene una raíz estructural, que ocurre como consecuencia de una política que prioriza las necesidades de pocos que son económicamente poderosos en perjuicio de la mayoría. Aquí podemos parafrasear el conocido refrán que dice que “la costumbre se hace ley”. En este caso la frecuencia y la práctica de la exclusión y la discriminación de las y los afrodescendientes se han convertido en una regla general que hemos llegado a creer que es algo normal y sin importancia.
4. Asegurar que las conquistas de género alcanzadas por el movimiento de mujeres nacional e internacionalmente. Lleguen a las mujeres negras con la mayor equidad posible.
El enfoque de equidad de género en los últimos años ha sido promovido por las organizaciones de mujeres, los organismos gubernamentales y las agencias de cooperación internacionales, como una forma de garantizar la igualdad de oportunidades para las mujeres. En este sentido las mujeres afrodescendientes tenemos que exigir a los gobiernos y a los organismos internacionales que se apliquen estos acuerdos también en las comunidades afrodescendientes y se le dé la atención necesarias a las mujeres negras.
5. Promover la participación ciudadana de las mujeres afrodescendientes.
Es importante que las mujeres afro descendientes logren ganar posiciones de poder y mando político en la estructuras de poder del gobierno. En nuestros países los partidos políticos siguen siendo la base de los procesos de fabricación democrática y de participación política, por lo tanto, es urgente que se promueva desde allí la participación de mujeres negras como candidatas a puestos de elección popular, manteniendo siempre como principios la solidaridad y el respeto a la dignidad humana.
En la política debemos participar no sólo como espectadoras pasivas, sino como protagonista de los procesos de cambio que se vienen desarrollando. Para esto debemos prepararnos y sobre todo capacitarnos. La lucha por el poder político no es una tarea fácil se requiere habilidad y destreza, pero sobre todo coraje, valor y una convicción férrea de lo que se quiere y una muy buena autoestima que permita sobreponerse de las constantes agresiones racistas y machistas.
Finalmente, las mujeres afrodescendientes tendremos que trabajar mucho, más duro que sus contrapartes los hombres, haciendo alianzas y llevando nuestra propia agenda de la raza y de género mientras que apoyamos la agenda nacional.
Las mujeres afrodescendientes tenemos que asumir un rol diferente en la vida pública. No seremos consideradas competidoras políticas serias, a menos que nos involucremos en el debate político más amplio, tales como la economía, los negocios, el desarrollo, cambio climático, además de salud y de la educación.
El hecho de que las mujeres afro descendientes alcancen espacios de liderazgo político, sirven como modelos y se convierten en un paradigma de la referencia para otras mujeres.
6. Empoderamiento y Fortalecimiento Organizativo
Las mujeres y hombres afrodescendientes, debemos fortalecer nuestras liderazgo y elevar el nivel organizativo para hacer mayor presión ante nuestros gobiernos y los organismos internacionales, para que se cumpla y se pongan en práctica los compromisos asumidos en muchas Conferencias y Convenios Internacionales orientados al desarrollo humano de los y las afrodescendientes, a las reparaciones históricas y al respeto de los derechos humanos.
Referencias:
La autora fue integrante de la Coordinación Regional de la Red de Mujeres afrolatinoamericana, Afrocaribeñas y de la Diáspora 2006 – 2012 y es actualmente Coordinadora Nacional de la Red de Mujeres Afrodescendientes de Panamá – REMAP.
Naciones Unidas, Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Recomendación general No. 25: Las dimensiones de la discriminación racial relacionadas con el género : 20/03/2000. Gen. Rec. No. 25. (General Comments) 1391ª reunión, 20 de marzo de 2000. * Figura en el documento A/54/18, anexo V.
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