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Keila de Moreno

Nelson Mandela… un gran líder espiritual

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Por: Jessica Bernard

Angeóloga

infojessicab@gmail.com


“Aprendí que el coraje no era la ausencia del miedo, pero el triunfo sobre este. El hombre valiente no es aquel que no se siente temeroso, más bien aquel que conquista el miedo.”



Nelson Mandela, hombre de liderazgo, coraje, compasión y sabiduría. Indiscutiblemente fue una gran inspiración para la humanidad. A pesar de pasar 27 años recluido, privado de su libertad,fue un ser cuyo enfoque fue el luchar por los derechos civiles de los Sur Africanos. Su encierro no fue obstáculo para que a través de los barrotes de una celda carcelaria, sus enseñanzas fueran hoy por hoy símbolo de respeto y admiración.


Sus enseñanzas de dedicación, sacrificio y humildad trascienden a través del tiempo. Su donaire, alto grado de espiritualidad no solo lo alentaron a seguir adelante, a su vez fue una hermosa plataforma para expandir el amor que él le tenía a su pueblo. Su legado siempre fue el sacrificar algo que trascendiera más allá de lo que somos nosotros mismos con nuestros defectos y virtudes, aun cuando se cometían actos de brutalidad. Siempre fue un ser que permaneció en paz consigo mismo y la compasión hacia su pueblo y el prójimo permaneció intachable.


Mandela fue un gran creyente en su fe y espiritualidad. Tenía la profunda convicción de que hasta que uno mismo no cambiará, uno jamás no podría ayudar a otros a cambiar. Esta filosofía es hoy por un hecho contundente. Somos rápidos en juzgar a los demás sin reparo; estamos siempre listos a formular listas de los defectos de aquellos quienes nos rodean, sin ponernos pensar en nuestros propios defectos. Crecer internamente es un acto que se adquiere día a día, es la esencia de estar en plena conciencia y saber que dentro de este Universo en el cual vivimos, no hay cabida para la perfección.


El reconocer los cambios requeridos en nosotros mismos es, lo que diría yo, un gran acto de valentía. Es saber que asumimos la responsabilidad de nuestros actos y estar dispuesto a generar cambios en nuestra persona. Estos cambios no ocurren de un día para el otro, más bien son cambios progresivos que toman su tiempo. Son aquellos cambios que realizamos día a día, mes a mes, año tras año.


El vivir en total convicción de que, si pedimos asistencia al Ser Supremo, ya estamos haciendo nuestra parte y ayudando al Universo para que la iluminación divina llegue en el momento preciso. Todos estos cambios se ven reflejados en nosotros de muchas maneras… en sentimientos de tranquilidad, paz, amor y convicción. Es saber ser compasivo y tratar de entender a quienes nos rodean de forma amorosa; saber que detrás de cada acción hay una razón y que ninguna persona nace siendo un ser incomprensivo.


Esta incomprensión fue uno de los factores importantes que mantuvieron a este líder de fe en contacto con su ser interno para mantenerse firme antes sus convicciones espirituales. Es tal y como lo manifestó un sin número de veces: “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su origen o su religión. Las personas deben aprender a odiar y si pueden aprender a odiar, se les puede enseñar a amar, porque el amor llega más de forma natural al corazón humano.” Palabras poderosas y de gran sentimiento, pues todo lo que se adquiere por enseñanza se puede modificar y mejorar.


Esta es la esencia del ser, comprender que no somos seres perfectos, pero aprender a mirar en introspección lo que somos y somos capaces de dar a nuestro prójimo. Es amarnos nosotros mismos para irradiar ese amor al mundo. Siempre he dicho que nadie te amará más que tu propio ser; ¡sólo tu ser interno sabe de qué estás compuesto, sabe que cada molécula que conforma tu existir es una creación perfecta! Ama con honestidad, ama con integridad.


Elevemos plegarias de entendimiento a nivel de naciones para que, en algún momento de nuestra historia, las diferencias raciales dejen de ser divisiones que impidan a los seres humanos unificarse por el verdadero sentimiento que es único…” el amor”.


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