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Nilsa Justavino de López, M.A.
Entre muchos vividos recuerdos de mi infancia, están mis veranos en Colón. Y más claramente entre estos recuerdos, la vestimenta de domingo de las mujeres afro descendientes para ir al servicio religioso. Resalta entre estas remembranzas, el hecho de que “tener un vestido nuevo para ir el domingo a misa” era inalterable y exclusivo; y para ese fin, todas las mujeres bien vestidas de Colón tenían modistas, y de antemano, durante la semana, mandaban a confeccionarse vestidos para lucir y pavonearse el domingo por la mañana en el servicio o las misas respectivas. Es una costumbre que no ha cambiado para muchas colonenses. Mas, no era exclusivo de las colonenses; también en las iglesias de Rainbow City, Paraíso, Río Abajo y en la pequeña Iglesia bautista entre Calle Colón y la Avenida Central se desplegaban las señoras con sus elegantes atuendos.
Era de admirar la formalidad de la vestimenta, el colorido en combinaciones de diseñador de pies a cabeza, desde los zapatos, el bolso, el traje mismo del mismo color y sobre todo, el sombrero. Las católicas y las evangélicas por igual; la denominación eclesiástica era lo de menos. Entre las feligresas evangélicas predominaba el sombrero acompañado de guantes y joyería. El desfile de damas de todas las edades, bellamente ataviadas con sus mejores atuendos era un verdadero espectáculo. La tradición predominaba y resaltaba particularmente el Domingo de Pascua, Navidad, Año Nuevo donde la pasarela arrancaba en mis suspiros de total admiración. Mi abuela afro descendiente nunca usó el sombrero, pero igual, tenía su vestido impecable de domingo y su respectiva chalina de encaje para lucir en misa.
El uso de sombreros en domingo por los afro descendientes es un tradición enraizada en los hábitos y costumbres del negro por aculturación, al incorporar costumbres de los amos europeos y coloniales a quienes servían. El uso del sombrero no se circunscribió al campo, sino que se extendió a los rituales religiosos o evento en domingo o en días de fiesta. Se constituyó en un elemento de distinción y elegancia y una pieza indispensable en el vestuario tanto femenino como masculino durante el periodo post colonial y moderno en el Continente. El uso de este elemento, no obstante, es parte de la historia del desarrollo gradual del uso de la vestimenta del africano y su descendencia durante la esclavitud hasta nuestros tiempos.
Entre 1619 y 1808, se importó un promedio de 400,000 africanos a las colonias británicas y tierra firme en Norteamérica. Para los estudiosos, los anales de la historia de la esclavitud en American cuentan que los esclavos recién llegados fueron dotados de vestimentas para que se conformaran a los preceptos de descendencia europeos. Pocos vestían taparrabos y, a los pocos días de descender de los barcos negreros, ya vestían ropas al estilo occidental. De acuerdo a las investigaciones de Katherine Egner Gruber (2014) los esclavos que laboraban en el campo, recibían las vestimenta más uniforme y menos costosa. Dada la fuerte demanda de sus actividades y trabajo pesado, utilizaban telas conocidas por su durabilidad y longevidad, tales como el osnaburgo, algodón, y la lana cruda. Recibían, además camisas hechas de osnaburgo, pantalones de algodón y bombachos, medias o calcetines de lana, zapatos confeccionados localmente y para uso en el invierno, un saco de algodón o de lana. El osnaburgo, un textil tejido de hilachas de henequén o lino, se usaba a menudo sin blanquear, lo que le daba una tonalidad parduzca. Una tela barata y accesible, se importaba en grandes cantidades a los mercaderes y almacenes de Virginia y, también, directamente a las plantaciones. [Egner-Gruber, 2018] La historiadora Lucía Stanton demostró, por ejemplo, que Thomas Jefferson prefería el método de asignación de suministrarle a los esclavos las telas, agujas y el hilo para confeccionarse las vestimentas que fuesen necesarias. Conforme a sus notas en el “Farm Book” [Libro de Agricultura], dispensaba suficiente yardas de género basado en la estatura, asignando una yarda de género para los niños y siete yardas para el hombre y la mujer de tamaño común” (Stanton: 2000).
En Latinoamérica, donde las condiciones del esclavo bajo la égida criolla y europea mantenía condiciones mucho más rígidas, “Los esclavos vestían ropas en desuso que les daban sus amos, aunque predominaba la desnudez en casi todos, excepto en aquellos que realizaban tareas dentro de la casa del señor, ya que eso daba más prestigio al amo. De igual manera, costumbre común durante la colonia era que los esclavos negros lucieran mal vestidos con chaquetas y pantalones de bayetón, descalzos o con sandalias hechas de cuero de vaca o cerdo. También vestían con las ropas usadas de sus dueños, pantalones y camisas de talla muy grande, que utilizaban por lo general en días domingos para asistir al culto o acompañar a sus amos en diligencias. [ (Usos y costumbres de los africanos en la época colonial, https://ar.answers.yahoo.com/question/index?qid=).
Para cubrirse de las inclemencias del clima, los hombres o esclavos de campo [field slaves] usaban el clásico chiripá, sombrero “lomo de burro” y botas de potro que fabricaban ellos mismos. Las campesinas hilaban sus vestidos, muy sencillos y de un mismo color aunque se distinguían de las mujeres de la ciudad por usar blusas amplias de algodón rústico y faldas de colores lisos o de franjas de colores teñidos con cáscaras de árboles o hierbas del campo. (https://historiaybiografias.com/anecdotas_argentinas58/)
Según Egner-Gruber (2018), Charles Crawley, quien fuera esclavo en Petersburgo, Virginia evocaba el uso del sombrero como parte de su asignación de vestimenta, además de dos pares de zapatos. Recibían “sombreros y gorros hechos a mano”. Los sombreros para uso en el verano estaban confeccionados con paja trenzada.” En el invierno recibían un gorro de lana junto con la vestimenta asignada para el invierno. Las esclavas que laboraban dentro de la casa estaban obligadas a cubrirse la cabeza con las; mismas gorras de algodón que utilizaban el resto del servicio doméstico. Además del gorro, muchas de las esclavas continuaron la costumbre de África occidental de utilizar turbantes—con frecuencia de colores brillantes que se envolvían en varias vueltas alrededor de la cabeza, cubriendo el cabello y que ajustaban con técnicas que incluían nudos y pliegues. Los hombres, los niños y los infantes también usaban turbantes
Los esclavos africanos fueron insertados en una sociedad con sus propios preceptos respecto a la corrección y nitidez del vestuario para diferentes grupos sociales. En la Ley para los negros del Sur de Carolina en 1735, se especificaban los materiales y textiles apropiados para la vestimenta de los esclavos. En 1755, entre los esclavos de la casa, era común que las mujeres se ataviasen con vestidos de sarasa, enaguas de algodón, y bonetes o sombreros de seda negra con sus respectivos pañuelos y arandelas, delantales con impresiones florales; los hombres, chalecos de rayas, sacos. Ambos, botas de tacón alto y los guantes de cabritilla para acompañar a las amas. Todo esto y otras vestimentas servían a la esclava, en caso de evasión o escape hacia la libertad en el Norte, si estaba en su poder hacerlo, como artículos de intercambio (M. Eugene Sirmans: 1962).
Afirma Sirmans que, por 1735, que las “esclavas gustaban del buen vestir” y “particularmente, ponerse los sombreros de dormir a la usanza de la reina”. Las leyes en el sur de Carolina habían prohibido que los esclavos vistieran las ropas desechadas de sus dueños, pero este dictamen fue poco menos que letra muerta y desestimada por los amos blancos, que se congraciaban al explotar la vanidad de su propiedad humana. La vestimenta era parte vital del sistema de recompensas y castigos destinado a lograr que la institución de la esclavitud funcionara como una máquina ‘bien engrasada’. En Charleston, por ejemplo, la conexión entre las esclavas bien ataviadas y los depredadores blancos era explicita y, ellas (las esclavas) no tenían el menor interés en privarse, como la ley lo exigía, de vestirse con atavíos que estaban por encima de sus posibilidades.
Desde 1850, una gran mayoría de los esclavos también eran cristianos puesto que habían adoptado la fe de sus propietarios—por su salud y para poder leer la biblia y aprender a escribir. Para 1862, el domingo se había convertido en el día libre de los esclavos dadas las creencias religiosas de sus dueños.. Para muchos era el día de asistir a algún tipo de ritual religioso y, por lo tanto, el salir a la calle representaba una serie de imperativos culturales diferentes, que de alguna manera debían dignificar el pasado africano que habían olvidado. (Taylor, 2013) .
Nicole Kidder, acota que antes del siglo 20, la mayoría de las mujeres cristianas seguían a pie juntillas las palabras prescritas en Corintios 1:11 y asistían al templo o la iglesia con las cabezas cubiertas en señal de veneración. Para los primeros afro americanos, la casa de Dios no era solo el santuario de la e esperanza y salvación, ya sincretizados en el cristianismo, dentro de un mundo brutal que los despreciaba, sino que además, era uno de los pocos lugares donde se les permitía lograr posiciones importantes de liderazgo. Los hombres que aprendían a leer—por lo general los “esclavos de adentro de la casa”—le predicaban la fe a los esclavos del campo. El domingo era el día de veneración y celebración. Las mujeres afro americanas cambiaban sus viejos delantales y turbantes, por vestidos con colores brillantes y sombreros de paja, alegremente decorados con flores frescas, cintas y plumas. Estos atuendos—sombreros que llegaban al cielo—estaban diseñados para ‘atraer la atención de Dios’ con la esperanza de que El escucharía sus súplicas. (Sirmans, 2016).
Durante el periodo de la Guerra civil norteamericana los sombreros se convirtieron en una necesidad en el vestuario de la mujer sureña. Los sombreros que eran parte del atuendo de las épocas victorianas, protegían el rostro, el cuello y los ojos del sol. Era bien visto y respetable usar el sombrero por propiedad y vistosidad en el estilo. Durante los meses cálidos del verano, los sombreros de ala ancha, hechos de paja, se amarraban en el mentón y llevaban algún tipo de decoración en la base de la corona del sombrero. Los bonetes se reservaban para el invierno y llevaban algún tipo de faralá o algún tipo de tejido para cubrir la nuca. Se acostumbraba también usar flores artificiales a modo de decoración. Posteriormente aparecieron las plumas.
En el periodo de la esclavitud y posterior a esta, las mujeres negras que servían en las casas se desprendían de sus uniformes los domingos y lucían sus sombreros decorados para asistir al servicio. Sin tomar en cuenta el material de confección, el sombrero se adornaba con lazos, moños y flores, como un modo de expresar el día de la individualidad de la mujer negra. Desde entonces, los sombreros de domingo ha aumentado en tamaño y en audacia.(Taylor).
A modo de imitación, las esclavas que acompañaban a las señoras usaban vestimenta tan impresionante para salir los domingos como para provocar sentimientos de desdén o de amenidad entre los observadores blancos. Fanny Kemble comentó en 1830, que en una plantación en Georgia “el atuendo de Sabbat de los esclavos era la combinación más escandalosa de incongruencias que se pudiera concebir, puesto que había todos los colores del arco iris, de todas las tonalidades combinadas en forma irreverente.” En 1959, un visitante canadiense comentó incrédulo al ver salir de la iglesia a una congregación de afro americanos, que “tales hombres a la moda, un popurrí de colores y las mujeres fabulosamente vestidas y con sombreros a la moda…todos esclavos, caminando airosos por las calles de Charleston en sus grandes atuendos, vestimenta que contrastaba en mucho y con gran razón, con la pasmosa sencillez de sus amas. .(Lydia Jean Wares, 1981) .
Madelyn Shaw en Vestimenta para esclavos y vistiendo a los esclavos (2015), acota que un “domingo en la ciudad de Richmond, las mejores calles estaban abarrotadas de gente de color bien vestida, más que los blancos, con las más finas exquisiteces francesas, vestidos con encajes, botas de cuero, broches resplandecientes, sombreros de seda, guantes de cabritilla adornados con flores y perfumadas con aguas fragantes en abundancia.”(Shaw,2015; Wares, 1981).
Años después de la guerra civil y la liberación de la esclavitud, a principios del siglo 20, un buen número de afro americanas trabajaban aun de sirvientas y de nanas. Los uniformes y la ropa de trabajo que usaban durante la semana, adustas y deprimentes, desaparecían los domingos, el día de salir, ser libres, vestirse para ir a la iglesia y pavonearse. Los sombreros elaborados ayudaban a adherirse a las palabras del apóstol Pablo, y en muy poco tiempo, los sombreros se convirtieron en la última tendencia del buen vestir.
El servicio del día de la madre, domingo de Pascua y el Año nuevo se han convertido en los días más venerados en el mundo del sombrero para ir al templo. Los sombreros constituyen una manera de darle honor a Dios. Mientras más empeño se dedicaba a la elaboración del sombrero perfecto se demostraba la devoción al servicio religioso. Pronto la tendencia incluyó los guantes, las perlas, los zapatos de tacón alto. Algunas de esas costumbres han cambiado; no obstante, el sombrero de domingo es un símbolo de estatus. Sirve para expresar y hacer público el éxito y la satisfacción en la vida. Con el paso de los años, los sombreros se les denomina “First Lady Hats’ [Sombreros de la Primera Dama], por referirse al sombrero de la esposa del pastor o reverendo: en otras palabras, la primera dama de la iglesia.
Los turbantes adornados elaboradamente tienen un enorme significado en los rituales africanos. Los esclavos mantuvieron la tradición de tejer diseños geométricos , agregando plumas y joyería a la fibra de paja antes para su sombrero dominical. Además de imbuirles orgullo y confianza, los sombreros representaron dignidad de reinas a quienes los usaban. Culturalmente, los sombreros se convirtieron en un símbolo de la capacidad de triunfar ante la adversidad. El sombrero llevado con la cabeza en alto para las esclavas y posteriormente, las afro estadounidenses, imprimía garbo, glamour cual damas coronadas. (Gruber, 2018).
En los años 60, con el movimiento de derechos civiles en los Estados Unidos, además del reconocimiento de la afro descendencia y la búsqueda de las raíces africanas con conocimiento más profundo de la ascendencia del negro, el concepto más claro de etnicidad y el valor de las tradiciones, aparece en uso del dashiki, Kofi y el “Gele”. El término “gele” que procede del Yoruba, lengua africana de Nigeria, describe un tipo de turbante o cintillo grueso torchado que asemeja la cola arqueada de un pavo real. Se confecciona con una tela especialmente elaborada para el turbante. (Babatola, 2016) Como pieza de vestimenta tradicional nigeriana, se usa para ocasiones especiales. Para los Nigerianos, se confecciona con “aso-oke’ una tela de carácter ceremonial que se teje en Nigeria. Se usa con el ‘iro’ tradicional [una falda cruzada] y el ‘buba’ (una blusa de entalle ligero). Generalmente, se usa en ocasiones especiales como vestido de novia para matrimonios. El gele tiene la peculiaridad de parecer una corona o tiara; de esa manera, el gele da un toque de glamur y de empoderamiento, dominio y superioridad.
El gele es un símbolo de estatus e importancia (Babatola), igual que el sombrero, en su momento, y en la tradición nigeriana ha sido renovado y modernizado, con creatividad combinada con el orgullo cultural innato de las mujeres que los usan. No es solamente una moda ni un accesorio, sino el punto focal del atuendo y un elemento de orgullo étnico. Igual que el turbante que cubría los moños identitarios de las tribus y los clanes, y fue un medio de escape y de preservación de una costumbre, el sombrero se convirtió en un instrumento de representación de nivel y de individualidad. En una sociedad revuelta y brutal, usar el sombrero fue una forma de rebeldía porque representaba la veneración a un dios que doblegaba a amos y esclavos por igual. Los sombreros dieron una nueva imagen, una nueva postura ante la sociedad esclavista. Para el africano asimilado y sincretizado, el cubrirse la cabeza con adornos le devolvió dignidad, el derecho a la fe y a un lugar dentro de la sociedad.
Bibliografía y Referencias consultadas
-Andrés Eduardo Yáñez. La vestimenta de los esclavos en el Buenos Aires posrevolucionario: un análisis a través de los avisos de fugas y extravíos. Publicado en La Gaceta Mercantil de Buenos Aires (1823-1831). Universidad Nacional de la Plata, Argentina.
Comfort Babatola. Nigerian Women and Their Gele Styles | Nigerian Ladies Re-Inventing The Gele, Updated on March 21, 2016
Erica Taylor. Little Known Black History Fact: Church Hats. The Tom Joyner Morning Show, 2013
Katherine Egner Gruber, Slave Clothing and Adornment in Virginia. (2018, January 29). In Encyclopedia Virginia. Retrieved from http://www.EncyclopediaVirginia.org/Slave_Clothing_and_Adornment_in_Virginia.-
-History of American Women. http://www.womenhistoryblog.com/2008/07/slavery-in-south-carolina.html
-Lydia Jean Wares. Dress Of The African American Woman In Slavery And Freedom: 1500 To 1935, Purdue University, 1981.
-Lucia Stanton. Those Who Labor for My Happiness : Slavery at Thomas Jefferson's Monticello. (Part of the Jeffersonian America Series), , 2000.
-M. Eugene Sirmans. The Legal Status of the Slave in South Carolina, 1670-1740. The Journal of Southern History, Vol. 28, No. 4 (Nov., 1962), pp. 462-473.
-Madelyn Shaw. Slave Clothes and Clothing Slaves: Craftsmanship, Commerce, and Industry. American Slavery. November 21, 2015.
-Nicole Kidder. History of Black Women Wearing Hats at Church. Updated September 29, 2017 Catching God's Eye.
-The Gele- Nigerian Headwrap- Fashion Piece with History. Posted in Beauty, Customs/Traditions, Fashion, Travel by worldbride. February, 2014
-Usos y costumbres de los africanos en la época colonial. [https://ar.answers.yahoo.com/question/index?qid=20091005170616AAczPdo&guccounter=1
Vestimenta de la Sociedad Colonial Vestidos de las Mujeres Virreinato. https://historiaybiografias.com/anecdotas_argentinas58/
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